martes, 4 de septiembre de 2018

Comunicación y Culturas del consumo de 5º 2º turno tarde. TP Nº 1

 Profesor: Fabián Verdi                                               TP Nº 1


NUEVO MODELO CULTURAL: CULTURA – MUNDO

Cuando hablamos de modelo cultural nos referimos a la forma de vida de una comunidad. Esa forma de vida está marcada por la visión del mundo y el universo que tiene esa comunidad, sus valores, sus creencias, sus conocimientos, sus obras, sus costumbres. Todo esto es lo que define un modelo cultural. Es  ese desarrollo intermedio entre la absoluta singularidad de cada uno y los aspectos universales del ser humano que compartimos todos, es decir, son los aspectos comunes a un determinado grupo de personas en base a elementos políticos, económicos y sociales que establecen ciertas formas de ser y estar en el mundo, cierto modo de vivir.
La cultura es la manera de ver el mundo, de sentir el mundo, de sentirnos en el mundo, y como consecuencia, de obrar sobre el mundo. Por eso no existe una sola cultura, sino muchas que cambian con el tiempo y según los lugares geográficos en que se sitúan las comunidades, ha habido en la historia de la humanidad miles de culturas diversas, una especie de variedad ecológica a escala humana.
En occidente, nacido en la Europa del siglo XVI, ha prevalecido en los últimos cinco siglos un modelo cultural llamado Modernidad, una forma de vida, una forma de ver el mundo, un conjunto de creencias, valores, experiencias, costumbres, ideas, que se consolidó en el siglo XIX en base a los pilares de la Razón y el Progreso, del ordenamiento social colectivo, normativo y disciplinado, persiguiendo verdades definitivas, poniendo la vista en el futuro, respetando las tradiciones del pasado, postergando las apetencias personales, sometido a universales morales.
Este marco cultural entró en crisis a partir de los terribles momentos históricos vividos en la primera parte del siglo XX con las carnicerías de la Primera Guerra Mundial, la brutal crisis económica de 1930, la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto judío y la detonación de la Bomba Atómica, todos estos estremecedores sucesos que llevaron al Hombre a cuestionar el destino de progreso al que le prometía conducirlo la cultura de la Modernidad. La fe en la Razón y el Progreso, pilares de la modernidad, se vio sacudida a mediados del siglo XX y con ello el proyecto de la Modernidad comenzó a desmoronarse.
A partir de la década de 1970 la cultura de la Modernidad entra en una crisis que va a derivar en una transformación fenomenal en el marco de un proceso mayor de cambio que será conocido como Globalización y que incluye no solo al plano cultural sino también al económico, social e ideológico; con el debilitamiento del poder político en el marco de la institución Estado como centro cediendo su lugar al poder económico en la figura del Mercado; con la progresiva disolución de las expresiones colectivas a favor de una fragmentación cada vez más profunda replegada en la individualidad.
A partir de esa transformación se genera un nuevo modelo cultural al que se le darán diversos nombres como Segunda Modernidad (Ulrich Beck), Posmodernidad (Jean Lyotard), Modernidad Líquida (Zygmunt Bauman), Hipermodernidad (Gilles Lipovetsky) o Sobremodernidad (Marc Auge), y que para nuestro análisis tomaremos el de Cultura-Mundo, que le da el propio Gilles Lipovetsky, y que recoge una idea mucho más afín al abordaje del fenómeno del consumo en nuestra sociedad.
La Cultura-Mundo se la define integrada por los siguientes componentes:
· Mercado
· Consumo
· Sistema Tecnocientífico
· Industrias Culturales
· Individuación
El mercado se ha convertido en la máxima referencia cultural, ante la caída de sus contrapesos institucionales, como la familia o el Estado. Hoy el individuo se ve, se proyecta, mira el mundo y todo lo piensa en términos de rentabilidad, éxito, dinero y competencia, una visión económica de las cosas, eso es la cultura-mundo.
Tener éxito es sinónimo de ganar dinero, y ser célebre de ser famoso, desapareciendo los valores ajenos a lo económico, inclusive las viejas instituciones se adaptan a esta novedad, la escuela es un servicio que hace competir lo público con lo privado, las empresas públicas utilizan criterios de eficacia, el lujo se pone de moda, el deporte es un espectáculo comercial.
La cultura-mundo hace gala de sus espacios de libertad y autonomía pero somete a la sociedad a los criterios de rentabilidad y eficacia, y esto no está exento de consecuencias, muchas de ellas desagradables, porque la cultura-mundo, marcada por al adopción de la ideología neoliberal, vino a dejar el terreno social minado por la desigualdad.
Globalizarse en el siglo XXI ha dejado de ser una opción, se transformó en una necesidad. Veamos con mayor detenimiento los cinco pilares de la cultura-mundo
1.       Mercado
El mercado absorbe todas las actividades humanas, incluso algunas que considerábamos totalmente ajenas a lo económico como el arte, toda vez que dentro de la cultura-mundo no se aspira a la ruptura rebelde sino al éxito y a la fama. El mercado es el que consagra al artista y del arte subversivo se ha pasado al arte bussines.
Un ejemplo es la multiplicación de museos insertados en la lógica del mercado y el beneficio, dentro de la cultura hiper, convertidos en grandes templos arquitectónicos insertos en los flujos turísticos a través de la venta de la marca y el franquiciado.
Es que ha estallado una cultura de consumo basada en la multiplicación de gamas y opciones, la hipersegmentacion del mercado, la aceleración del cambio, el uso desenfrenado del marketing, grandes superficies, comercio online, financiación, marcas, lujo, consumo de cosas, consumo de servicios, consumos culturales. Hemos pasado del Capitalismo de Producción al Capitalismo de Consumo.
Avanza la unificación de la vida a través del mercado. A todo lugar donde vamos ya fuimos, todos con los mismos anuncios publicitarios, todos con los mismos shoppings, todos con las mismas indumentarias, todos con la misma música. El único enfrentamiento legítimo debe darse en el mercado ya que todo otro enemigo que no sea el del mercado es ilegítimo o maligno. Vivimos dentro de la cultura Disney en la que se expone el totalitarismo del bienestar, “estar bien” se ha vuelto una obligación, y estar bien se logra consumiendo.
2.       Consumo
El segundo puntal de la cultura-mundo es el consumo marcado por una cultura hedonista que exalta los placeres y desdeña los actos sacrificiales. La diversión, la superficialidad y el humor son la referencia para la vida. Una cultura liberada a la satisfacción del deseo y la tentación, desculpabilizada, que ha dejado atrás el tiempo de la heroicidad y la postergación, en la que todo lo que se quiere, se quiere ya.
La cultura-mundo es la de las marcas y los logotipos globales, de los famosos y las celebridades, en la que se consumen más que objetos materiales conceptos y valores instalados en la marca.
Así como las marcas inundan el imaginario cultural, la cultura invade la lógica del mercado, asignando significado, valores y narración a las marcas, mercantilización de la cultura y culturización de la mercancía. El dominio de la marca por sobre el producto es equivalente al de la personalidad sobre las ideas en política.
3.       Sistema Tecnocientífico
La cultura-mundo además del consumo y el mercado está compuesta por un sistema tecnocientífico que pregona una cultura de la eficacia, el cálculo y la optimización de medios ocupando todos los planos de la vida y de las prácticas culturales.
Un incesante flujo de novedades técnicas y científicas que transformadas en productos de mercado van generando renovados ciclos de consumo que alimentan los deseos y permiten su satisfacción. Los nuevos instrumentos culturales, dispositivos de reproducción y producción de contenido, son formidables herramientas para normalizar el campo de pensamiento mediante la saturación del sentido, generando individuos aislados convencidos de vivir una libertad inédita, pero al mismo tiempo sumisos. Por eso "a fuerza de tolerarlo todo ya no se cuestiona nada" siendo su consecuencia la indiferencia absoluta, la incapacidad de aceptar lo que perturba o desafía.
4.       Industrias Culturales
Las obras culturales dejan de ser un sector en el que se expresan valores trascendentes y etéreos para transformarse en una fase de producción y gran motor de las economías globales, a tal punto que la UNESCO considera que la producción cultural representa un 7% del PBI mundial, y en Estados Unidos representa un 5,2% del PBI y la primera exportación de aquel país.
La economía cultural se expresa en la concentración en pocos grandes grupos empresariales que producen cine, literatura, televisión, pintura, teatro y otros, con el propósito de obtener el máximo rendimiento económico, fusionando industria cultural con medios masivos de comunicación y publicidad, creando el llamado “Mainstream” con una fuerte influencia global.
Ya no hay vanguardias intelectuales ni maestros ni grandes ideologías, la diversión, el entretenimiento y el ocio han ocupado el lugar de la alta cultura, siendo la imagen, la pantalla y el espectáculo el paisaje comunicacional del siglo. Del arte ya no se espera una elevación espiritual sino un momento de placer y diversión.
Las expresiones artísticas como el cine, la música o la pintura pierden sus aspectos más trascendentes y deben sobrevivir como entretenimiento y para ello convertirse en industria destinada a intercambiar bienes culturales, objetos y actividades comercializables. Son accesorios decorativos de la vida. El número ha reemplazado al saber, la lógica de lo cuantitativo reemplaza la consideración de calidad, hasta los cuadros ganan prestigio en base a su valor de mercado y se convierten en una fuente de inversión financiera para personas ricas o empresas.
La industria cultural está marcada por la renovación permanente y la hiperproducción, ya que los productos culturales están también inmersos en la rápida obsolescencia y la reducción de su vida útil.
5.       Individuación
El quinto puntal de la cultura-mundo es el personalismo extremo al debilitarse los lazos institucionales de la vieja cultura moderna, liberados de ellos el hombre se entrega libremente al deseo, al consumo como vía de satisfacción, estamos frente a un hombre y una mujer hedonistas, que se alejan de lo colectivo y tradicional y se individualizan. Los medios y el consumo difunden el imperativo de la felicidad, pero no de una felicidad colectiva, sino individual.
Donde hay Deseo ya no hay represión, sino expresión y satisfacción.
Y una de las derivaciones directas de la satisfacción del Deseo es el consumo, ya que en un mundo donde lo comercial está omnipresente la casi totalidad de los deseos humanos pueden ser satisfechos por el mercado.
La cultura-mundo es un gran escenario donde todo se experimenta y se representa, y en ese escenario actúan el Hedonismo y el Narcisismo dando forma a un hombre y a una mujer para quienes el mayor valor está en vivir el presente y en función de uno mismo, y no posponer para el futuro ningún objetivo en función de los otros.
Dijimos que en el nuevo modelo cultural los deseos encuentran satisfacción esencialmente por la vía del consumo y el Hedonismo es la satisfacción del deseo mediante el mayor placer, lo que hace que el hedonista de hoy sea necesariamente consumista.
Este panorama cultural es acompañado por la aparición del neoliberalismo que entroniza al mercado con su impronta hipercapitalista que apela al hiperindividualismo con sus principios de responsabilidad individual y autonomía personal.
Al decir de Ulrich Beck “se buscan soluciones biográficas a problemas sistémicos”, es decir, frente a una problemática generada por la dinámica del sistema social, nuestro tiempo receta soluciones individuales, obviando las responsabilidades sociales de los problemas, ya que nuestra Cultura Mundo concibe que cada persona debe considerarse responsable de su propia vida sin mayor intervención de la sociedad.
Incluso el nuevo impulso por el respeto a los Derechos Humanos también abona una mayor individuación, ya que los derechos humanos se interpretan más como derechos personales que como derechos colectivos.
Estos cinco puntales componen la Cultura-Mundo, la forma de ver la vida y el universo con el filtro de lo económico, en territorio del mercado infiltrando todas las actividades de las personas, y con aspiración de representar la expresión cultural de toda la población mundial.
Este nuevo modelo cultural encuentra su soporte basado en el Deseo individual y el Presente como temporalidad. La satisfacción del deseo aquí y ahora será la base de la cultura-mundo.
No más ordenamiento disciplinado y racional, ahora espontaneidad flexible y libertad personal, no más disciplina social sino libre aceptación de una multiplicidad de comportamientos individuales basados en valores todos aceptados, la libertad personal de hacer lo que se tenga en gana reemplaza al modelo moral rígido que establecía lo que estaba bien y lo que no, lo que se podía hacer y lo que no.
No más ciudadanos activos en sociedades de ideales comunes, ahora una suma de individuos consumidores en busca de la satisfacción infinita de deseos personales persiguiendo el objetivo anhelado de la felicidad individual. El resultado: una sociedad de consumidores que abordan la realidad para reconocerla y adaptarse a ella, no para transformarla.
Alta cultura y cultura comercial, arte y moda, vanguardia y mercado ya no son binomios opuestos sino fuerzas concurrentes. El capitalismo y la cultura ya no son conceptos enfrentados, de su relación surge la mutación permanente, el deseo liberado que motoriza la cultura y la economía. A diferencia de la cultura tradicional que ordenaba nuestras vidas, la cultura-mundo hace lo contrario porque con su velocidad y cambio desorganiza todo el tiempo, genera incertidumbres, disuelve identidades, destruye marcos.
Antes teníamos culturas, diversas, con una doble función destinada por un lado a unir a los iguales para al mismo tiempo separar a los distintos. Hoy tenemos la cultura-mundo, sin historia ni geografía, donde todo está junto, pegado: Mozart y el rap, los grafiteros y los museos. Un nuevo dios Jano de dos caras, por un lado libera al individuo a perseguir su felicidad, pero por otro lo somete a la necesidad imperiosa de lograrla.
La cultura-mundo nace en occidente, más precisamente en Estados Unidos, pero avanza en todas partes del mundo y millones de nuevos individuos pasan a formar parte de ella en lugares tan distantes como la India o China, por todas partes se repite el esquema: individuación + autonomía + bienestar + consumo. Hoy la cultura-mundo se expresa en Asia y en América Latina, la globalización ha dejado de ser exclusivamente occidental.
Todas las culturas aspiran a mejorar su nivel de vida entrando a la sociedad de consumo, aun cuando rechacen al ideal norteamericano, y por ello es posible encontrar por el mundo comunidades que expresan ese sentimiento de amor-odio, de arrojarse al mundo del consumo sin comulgar con el espíritu de la nación que le dio origen.
A la cultura-mundo se la entiende como la conjunción de la técnica y el dinero, cuya realidad no se expresa por la historia o la política sino por las pantallas, por eso la exposición a la cultura-mundo es infinita y permanente, es imposible librarse de ella porque estamos expuestos a una catarata de representaciones que nos abruman a través de todos los flujos que entrecruzan a nuestro ecosistema comunicativo. No se caracteriza por la lejanía sino por lo contrario, por la excesiva cercanía, la fusión y el mestizaje son algunas de sus características esenciales.
La cultura-mundo tiene su marca ideológica con el llamado proyecto neoliberal que relaciona universalidad con mercado, un "totalitarismo blando del enriquecimiento y de la separación del individuo de todo lo colectivo".
Los críticos de la cultura-mundo apuntan a dos consecuencias de su desarrollo: el de la uniformidad cultural y la eliminación de lo colectivo.
 En el primer caso es que al pretender abarcar a todo el mundo rompe con la lógica de una cultura, que es la de vincular a los propios y separar a los ajenos, por eso se puede hablar de una anticultura que funciona por sustracción e indiferenciación, cuya única diferenciación está dada por el dinero y la generación de agudas desigualdades.
Los críticos manifiestan que Cultura y Globalización se oponen, cultura es lo particular, lo diferencial, pero la cultura-mundo ha triunfado y su totalitarismo blando ha procedido a liquidar todas las formas sociales e históricas particulares. Aquellas culturas eran muchas y variadas esta es una sola, aquellas conseguían la unidad a través del mito de origen y la particularidad, esta la busca en la identidad de los intereses individuales.
Acusada de producir una uniformidad planetaria, la idea es que el hiperconsumo genera la uniformización de las prácticas culturales pero vuelve diversos a los individuos, no aniquila los particularismos nacionales ni disuelve las fuerzas religiosas. Igual sucede con las comidas, se unifican en torno a la comida chatarra standard pero también se fusionan y toman prestigio cocinas nacionales.
Lo que si se genera la cultura-mundo son culturas híbridas que reúnen diversas particularidades propias y ajenas. Lo que si hay es una clara destradicionalización que impulsa al caos y la incertidumbre, al desaparecer los marcos simbólicos permanentes de las viejas instituciones y con ellos las claves para descifrar el universo, que ha dejado de ser familiar y común.
La segunda crítica sostiene que la cultura-mundo ha eliminado la naturaleza y las relaciones más básicas del hombre y su entorno, ha eliminado las formas sociales de estructuración de los individuos y con ello las normas, la confianza y la política para someterse de manera urgente al mercado liquidando todo lo colectivo.
El hombre ha quedado desnudo y libre, desvinculado de todo, no se acepta que nada supere el interés individual, nada puede ser más importante que la propia vida. Millones de personas convencidas de que su individualidad será respetada si se desprende de lo colectivo. Este es en breves términos el recorrido por los tiempos del nuevo modelo de la cultura-mundo, nuestra cultura actual, esta cultura donde mercado, consumo, individuo y comunicación son factores centrales, y por esa razón merecen un lugar introductorio en nuestro curso, ya que entender el escenario cultural donde se desarrolla nuestra vida es la clave para entender la lógica con que se manifiestan sus exponentes.
Obviamente este nuevo marco cultural tiene su complemento en un nuevo modelo económico que responde a las necesidades planteadas. Porque si bien el consumo es una expresión cultural, como hemos visto, se nutre de las producciones que surgen de un nuevo modelo productivo, que el capitalismo ha alumbrado en el siglo XXI, a una cultura-mundo le corresponde un Capitalismo Cultural.
El nuevo modelo económico neoliberal profundiza la lógica capitalista en búsqueda de mayores beneficios, aumenta la productividad del trabajo y el capital y globaliza la producción y los mercados. Hacer del mundo un solo mercado para vender bienes y un solo espacio para producirlos, sin importar ya las fronteras nacionales.
En estas tres metas existen dos factores que se reiteran marcando una tendencia a lo largo de todo el modelo: flexibilidad y adaptabilidad, y ambos elementos se generan al calor de las posibilidades que entregan las nuevas Tecnologías de la Comunicación y la Información (TICs).
El nuevo modelo económico ha dejado de ser liderado por la industria para ser comandado por los servicios, comercialización de experiencias humanas más que productos físicos. Y el hecho de que las personas hayan asumido que los bienes que compran tienen una escasa vida útil y deben ser renovados a corto plazo (por efectos del cambio tecnológico o de la moda) demuestra que lo importante para ellas es el servicio al que se accede más que el bien en sí mismo.
Advierte Alvin Toffler, “seremos la primera cultura de la historia que emplee alta tecnología para manufacturar el más pasajero y, sin embargo, perdurable de los productos: la experiencia humana”.
El consumidor ya no se pregunta “qué quiero tener”, sino “qué quiero experimentar”.
Así hoy ya no se venden autos sino “la experiencia de conducir”, no se venden colchones sino “la experiencia del sueño placentero”, no se vende ropa sino “la experiencia de sentir”, no se venden discos sino “la experiencia de escuchar el mejor sonido”, no se venden televisores sino “la experiencia de la realidad”, no se vende fútbol sino “la experiencia de la pasión”.
Afirma el analista Rolf Jensen que “hemos vivido como cazadores y granjeros, hemos trabajado en fábricas y ahora vivimos en una sociedad basada en la información cuyo ícono es la computadora. Nos enfrentamos a la quinta manera de la sociedad: la Sociedad de los Sueños. Los productos del futuro deberán agradar a nuestros corazones y no a nuestras cabezas. Es el momento de agregar valor emocional a los productos y servicios”.
Mientras en el viejo paradigma industrial podíamos medir cuántas cosas de las que había en un hogar se habían comprado, hoy debemos observar cuántas de las actividades cotidianas de las personas son atravesadas por una transacción comercial y como el mercado se infiltra en cada actividad cotidiana, eso es Capitalismo Cultural, eso es Cultura-Mundo.

  1.       Definí con tus palabras el concepto “cultura”.
  2.     ¿Por qué se llama Cultura-Mundo a nuestra cultura del siglo XXI?
  3.      Explica cuál es el impacto que genera en la cultura de nuestro tiempo el predominio del mercado.
  4.       Explica cuál es el cambio sustancial, es decir, el más importante, que se produce en materia de consumo en la Cultura-Mundo.
  5.      Explica con tus palabras qué cambios se generan a partir de la aparición de la Cultura-Mundo en la producción de las Industrias Culturales como la del cine, la musical, la de los libros, etc.
  6.      Explica de qué modo impacta en la forma de vida cotidiana el dominio del deseo y la máxima individualización en la Cultura-Mundo.
  7.       ¿Qué significa que la cultura y el sistema capitalista ya no tienen contradicciones profundas?
  8.     ¿Qué significa que la Cultura-Mundo genera una retirada de lo colectivo a favor de lo individual?
  9. Menciona y desarrolla cuáles son las dos críticas esenciales que se le hacen a la Cultura-Mundo.
  10.   Explica qué novedades se registran en el sistema productivo que acompañan los cambios de la Cultura-Mundo.

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