Año: 2018
PLAN DE CONTINUIDAD
PEDAGÓGICA
Nº2
CONTENIDOS: La Política y los/as Jóvenes (Efemérides sobre la Reafirmación
de los Derechos de los Estudiantes Secundarios)
SECUENCIA :
Integración
de contenidos y recupero de clases
EMILCE MOLER Y LA NOCHE DE LOS LÁPICES
LA
HISTORIA NO OFICIAL
Ocurrió hace 27 años. Fue entre
el 15 y el 16 de setiembre de 1976: los militares secuestraron y torturaron a
varios alumnos secundarios de La Plata... La Noche de los Lápices. Hubo
cuatro sobrevivientes. Emilce Moler es una de ellos. Nos da su testimonio y, a
diferencia de lo que cuenta la película que hizo conocidos estos hechos, ella
no relaciona la detención con la lucha por el boleto estudiantil sino con su
militancia en la Unión de Estudiantes Secundarios.
El 16 de setiembre de 1976,
Emilce había ido al Bachillerato de Bellas Artes. Cursaba 5to. año y ese día
estaba organizando la fiesta de la primavera. En medio de los preparativos,
alguien le avisó que la noche anterior se habían llevado a sus dos amigas:
Claudia Falcone y María Clara Ciocchini. También habían secuestrado a Claudio de
Acha, Daniel Racero, Horacio Ungaro y Francisco Muntaner. Todos compartían la militancia en la Unión de Estudiantes Secundarios
(UES). Emilce tuvo miedo. Enseguida llamó a su padre que le pidió que escapara.
Emilce no quería irse dejando a sus compañeras en esa situación, pero
sospechaba que sería la próxima en la lista. Y no se equivocó. Esa misma noche,
un grupo de hombres encapuchados y armados irrumpió a los gritos en la casa de
la familia Moler. Dijeron que eran del Ejército y que venían a buscar a una
estudiante de Bellas Artes. Casi se llevan a su hermana, 5 años mayor. Emilce
era bajita, estaba en pijama y parecía una nena. Cuando la identificaron, su
madre pidió que la dejaran vestirse. Los militares accedieron. Le pusieron las
esposas -que se le salían porque le quedaban grandes- y se la llevaron. En el
camino pasaron a buscar a otras dos compañeras. Una no estaba. La segunda era
Patricia, otra de los cuatro sobrevivientes. Todas fueron llevadas a un centro
clandestino. Con el tiempo sabría que era en Arana. Ahí se encontró con sus dos
amigas secuestradas la noche anterior.
Tenía los ojos vendados, pero mientras caminaba rumbo al cuarto de tortura reconoció los gritos de otros dos amigos y compañeros de la UES: Gustavo Calotti, que sobrevivió para contarlo, y Horacio Ungaro, uno de los tantos desaparecidos. El 21 de setiembre se sumó a ellos un estudiante de la "legión extranjera" que sería el cuarto sobreviviente: Pablo Díaz. "Supuestamente estuvimos juntos en Arana dos días -recuerda Emilce-, pero nunca supe que estaba. Él no militaba en la UES. Al no conocerlo de antes y no haber hablado con él en ese momento, no supe que estaba ahí". El 23 de setiembre cargaron a todos los estudiantes, maniatados y encapuchados, en un camión. Después de un rato, la marcha se detuvo. Alguien leyó una lista: Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Horacio Ungaro, Francisco López Muntaner, Daniel Racero y Claudio de Acha... Los hicieron bajar y nunca más se supo de ellos. Muchos años más tarde, la que era directora del Bachillerato de Bellas Artes, Elena Makaruk, declaró que se enteró “por comentarios” que los chicos de la “Noche de los Lápices” estaban desaparecidos, pero que la institución no hizo gestiones para buscarlos porque “no se podía considerar verdad un comentario”.
Tenía los ojos vendados, pero mientras caminaba rumbo al cuarto de tortura reconoció los gritos de otros dos amigos y compañeros de la UES: Gustavo Calotti, que sobrevivió para contarlo, y Horacio Ungaro, uno de los tantos desaparecidos. El 21 de setiembre se sumó a ellos un estudiante de la "legión extranjera" que sería el cuarto sobreviviente: Pablo Díaz. "Supuestamente estuvimos juntos en Arana dos días -recuerda Emilce-, pero nunca supe que estaba. Él no militaba en la UES. Al no conocerlo de antes y no haber hablado con él en ese momento, no supe que estaba ahí". El 23 de setiembre cargaron a todos los estudiantes, maniatados y encapuchados, en un camión. Después de un rato, la marcha se detuvo. Alguien leyó una lista: Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Horacio Ungaro, Francisco López Muntaner, Daniel Racero y Claudio de Acha... Los hicieron bajar y nunca más se supo de ellos. Muchos años más tarde, la que era directora del Bachillerato de Bellas Artes, Elena Makaruk, declaró que se enteró “por comentarios” que los chicos de la “Noche de los Lápices” estaban desaparecidos, pero que la institución no hizo gestiones para buscarlos porque “no se podía considerar verdad un comentario”.
Emilce Moler sigue siendo bajita
y hoy su vida transcurre en Mar del Plata. Por aquel entonces estaba de novia
con Fernando, un joven de 22 años que militaba en la JUP de Agronomía. Ahora es
su marido y tienen tres hijos. La chica de Bellas Artes ya tiene 44 años, pero
no es difícil imaginarla a los 17. Habla y ríe todo el tiempo con una vitalidad
contagiosa que no abandona ni a la hora de recordar los momentos más duros de
su vida.
-¿Cómo empezás a militar?
-Yo diría al revés: ¿Cómo no iba a militar? Habría que
haber vivido esos años para darse cuenta. Por supuesto que también estaban los
que no se enganchaban, pero a la edad que yo tenía, y en Bellas Artes donde
todo era libertad, participación y solidaridad, era imposible no militar. La
revolución parecía estar ahí nomás. Latinoamérica estallaba por todos lados.
Teníamos los modelos socialistas de Chile y Cuba. Yo podía no saber en qué
partido, pero que iba a participar no tenía ninguna duda. Había todo un clima
en el que estaba muy mal visto aquel que no se comprometía. Decirle a alguien,
"sos un teórico", era el peor insulto. Podías discutir, pero si no
militabas y no llevabas a la práctica tus ideas, eras lo peor.
De primero a cuarto año participé en todas las actividades de la escuela,
pero todavía no lo hacía desde ningún partido. Quería tener un poco más de idea
de dónde me iba a meter. Venía de una familia absolutamente anti-peronista.
Hice la primaria en un colegio de monjas, en el Eucarístico, y entré a Bellas
Artes en el 72. En el 73 todos mis compañeros fueron a buscar a Perón. Yo era
re gorila. Poco a poco fui cambiando y me di cuenta de que cualquier cambio en
este país venía por el peronismo. Una anécdota es que yo estaba convencida de
eso, pero nunca pude cantar la marcha peronista porque no la sabía. ¿Dónde la
iba a aprender? Me daba muchísima vergüenza. Cuando me detuvieron, militaba en
la peronista UES.
-¿Cuánto tiempo estuviste detenida?
-Casi dos años, más el año de libertad vigilada. Desde enero del 77 hasta
abril del 78, estuve en Villa Devoto. Era una presa legal bajo disposición del
PEN, siendo menor, con sólo 17 años. Llegar a Devoto fue uno de los peores momentos
de mi vida. Cuando entré, una celadora me leyó los cargos en mi contra:
asociación ilícita, tenencia de armas y explosivos. Yo lloraba y decía que no
era cierto. Sentía una terrible impotencia. Después me encerraron en una celda.
Cuando me largan no me dejan volver a La Plata y nos vamos con toda mi familia
a Mar del Plata, donde estuve bajo libertad vigilada.
-¿Qué sabés de los demás
sobrevivientes?
-Con Gustavo Calotti, sigo siendo
amiga. Él vive en Francia, es docente de castellano y está muy bien. Dio su testimonio para el juicio a las juntas militares y ante el
juez Baltasar Garzón. Hay otra chica, Patricia, que es muy respetable que nunca
haya hablado porque no tenía ninguna relación con la militancia política y le
faltaron muchos elementos para comprender lo que le estaba pasando. Tuvo una
historia de vida muy dura porque se le murió la mamá estando ella presa. Nunca
la dejaron salir a verla y tenía sólo 17 años. Cuando salió, estaba sola y su
familia tenía una situación económica complicada. Con ella me comunicaba los primeros
años y después fui perdiendo contacto. Ella
prefirió callar. Yo la entiendo y la respeto muchísimo.
-¿Cómo vivieron tus padres toda esta situación?
-Fue muy duro. Mi padre era policía, jubilado por suerte. No fue un policía
de alma ni mucho menos. Pero fue durísimo para él. Por un lado tenía acceso a
montones de lugares para salvarme, pero por el otro recibía todas las
humillaciones posibles. Mi mamá lo vivió con mucha vergüenza. Sin embargo los
dos, a pesar de que estaban lejos de compartir las cuestiones políticas
conmigo, estuvieron firmes ahí desde lo afectivo. No faltaron nunca a las
visitas. Mi mamá me escribía semanalmente dos cartas. Eso para mí fue un
salvavidas. Yo me sentía muy culpable por lo que vivían mis viejos. Pasaron
muchos años para que la sociedad nos reivindicara. En aquellos momentos éramos
la lepra. A mi familia más de uno le retiró el saludo. Ellos tenían un proyecto
de vida clase media y se encontraron con que en su ciudad los abandonaron. Lo
terrible era que nunca sabíamos cuándo se acababa. En diciembre del ´77, según
averiguaciones de mi padre, me habían hecho una condena de 5 años más. Los
militares hacían como parodias de juicios a algunos compañeros. Eso se llamaba
Consejo de Guerra. En ese entonces, en la cárcel, vos no sabías cuánto tiempo
ibas a estar, y tampoco sabías cuándo abrían una puerta, te sacaban y te
llevaban andá a saber a dónde. Yo ya había pasado por los centros clandestinos
y sabía de las torturas… Además, venían nuevos compañeros en estado calamitoso
y contando historias de terror. Sacaban compañeras de Devoto que nadie sabía a
dónde las llevaban. Los de la Masacre de Margarita Belén salieron del penal. Y
allí, precisamente mataron a un primo mío. Yo no tenía ni relación con él pero
mi mamá se veía con sus primas, que también iban a ver a su hijo a la cárcel y
un día, cuando volvió, mi tía le dijo a mi vieja: "Lo mataron".
No sabemos por qué, pero por suerte decidieron darme la libertad vigilada.
-¿Qué pasó cuando saliste?
-Fue en el Mundial, en el ´78. Todos festejaban y yo lloraba. Sentía que
nunca iba a poder contar lo que me había pasado. "Nunca me van a
creer", pensaba... Estaba presente todo eso de "Los argentinos
somos derechos y humanos". Cuando escuchaba a los comunicadores en la
televisión, lloraba de la bronca. Hoy sigo teniendo terror de que la gente no
vea los procesos históricos. Salí bajo libertad vigilada en una ciudad que no
conocía. Empecé a rendir libre las materias de 5to. año. En La Plata me
declararon alumna libre por "faltas". Mis padres lograron con gran
esfuerzo que me dieran los papeles de 4to. año para que pudiera rendir 5to.
libre. Tuve que decir que había tenido hepatitis. Para ese entonces ya tenía
19. Me sentía viejísima. Mucho más tarde me di cuenta de la atrocidad que viví
en plena adolescencia. Me iban a buscar a determinados lugares, venían a mi
casa a vigilarme, controlaban con quién estaba y no podía reunirme con muchas
personas a la vez. Pero venía de tal horror que eso no me molestaba. Pensaba que
a mí, dentro de todo, no me había pasado nada. Tardé mucho en darme cuenta de
que yo también fui víctima.
-¿Cómo empezaste a estudiar Matemáticas?
-Con un permiso especial me dejaron ingresar a la Facultad. No podía pensar
en estudiar arte porque me detenían al día siguiente, entonces me anoté en
matemáticas. Me seguían y me esperaban en la puerta de la Facultad. Yo seguía
de novia con el que hoy es mi marido, Fernando. Él militaba en la JUP y era más
grande. Estaba estudiando en La Plata y siempre mantuvo el contacto con mi
familia. Eso fue muy importante porque tuve un compañero y amigo al lado mío.
Con él podía hablar de todo.
-¿Cómo termina la libertad vigilada?
-Como me vieron tranquila y aburrida -no me hablaba con nadie-, en julio
del ´79 me liberaron de todo y no me molestaron más. A partir de entonces,
Fernando se vino a vivir a Mar del Plata. En el ´82 nos casamos. Ese año, por
primera vez, le conté a una amiga algo de mi historia. Era una compañera de la
Facultad; venía a nuestra casa y me sentí en la obligación de hacerlo. Nunca se
lo imaginó. Tardó años en entender. Fue la única persona, en ese entonces en
Mar del Plata, a la que le contamos nuestra historia. Hoy seguimos siendo
amigas, es dirigente gremial y en política la tiene más clara que yo.
-¿Cómo viviste la vuelta de la democracia?
-Empezamos a contactarnos con otra gente que había vivido lo mismo. En el
´85 di mi testimonio al equipo de Antropología Forense y en el ´86, contra
Camps, donde también declaró mi padre. Fue el primer policía en testimoniar
contra Camps. Ese mismo año me ubicó una radio de Mar del Plata. Si mi primera
declaración hubiese sido en Buenos Aires, seguramente los hechos se hubieran
contado como fueron. Yo nunca me negué a contar la historia. Sin embargo me pasó
con María Seoane que cuando ella me pidió que escribiera mi testimonio yo
acepté pero le pedí leer el borrador del libro. Seoane se negó a dármelo y
entonces yo y mi padre no escribimos. A partir de ahí viene el castigo en el
libro y después en la película. Ni siquiera menciona la existencia de otros
sobrevivientes. (N. de la R.: “La Noche de los Lápices”, de María Seoane y
Héctor Ruiz Núñez, en base al cual se hizo el guión de la película de Héctor
Olivera) A mí me interesó salir siempre a decir cómo son los hechos reales
y yo siempre los conté así. Éramos estudiantes secundarios y no relaciono
nuestra detención con la lucha por el boleto estudiantil, que fue en el ´75,
sino con nuestra militancia. Estoy segura de esto. No es una negación de la
historia anterior sino es como agregarle algo más, recrearla.
-Sin embargo, todavía es fuerte la versión de que existió sólo un
sobreviviente…
-Es bastante extraño porque he hablado muchas veces. Estuve en 1998 en el
programa de Santo Biasatti. Esto fue tapa de La Nación en el mismo año y
Página/12 también lo publicó. Fui a muchas entrevistas radiales y a charlas en
muchas ciudades y se vuelve a decir lo mismo. Más de una vez me ocurre que
gente que me conoce, cuando tiene que decir lo que fue "La Noche de los Lápices",
vuelve a repetir el tema del boleto estudiantil y que hubo un único
sobreviviente. Yo convivo con eso y no pongo energía ahí sino en contar lo que
fueron los hechos, lo que significaron y en la transmisión de la memoria para
los jóvenes de hoy en día.
-¿Tu familia volvió a La Plata?
-Mis padres nunca pudieron volver y a mí me cuesta horrores. Tardé muchos
años. Para volver a mí escuela necesité 20 años y fue durísimo, con mucho
llanto. Vine para un acto por los desaparecidos. Recién ahí pudimos abrazarnos
y llorar entre varios compañeros. Ahora vuelvo un poco más entera. También fui
al acto por los 25 años del golpe con mis hijas y vieron toda la parte de la
escuela que yo les había contado. Fue algo fuerte pero reparador.
-¿Cómo te acercás al equipo de Antropología Forense?
-Ellos se acercaron primero para tener mi testimonio. A partir de eso tuve
conciencia de la importancia del sobreviviente. Creo que las Abuelas, los
Hijos, las Madres, todos juegan roles importantes, cada uno desde su lugar.
Cuando llevé mi relato al equipo ellos me empiezan a preguntar por el color de
la blusa de tal persona que yo había visto, para poder identificar los restos,
y yo ahí veo que puedo describirlo. Me di cuenta de que yo tenía información.
Además de las personas a las que vi, tenía detalles de marcas, olores,
sensaciones y sonidos que no los tiene nadie. Entonces me di cuenta de que iba
a ser un rol mío el del relato. Yo recuerdo todo: las palabras de la compañera
que no vi nunca más, el apretón de mano, la palabra de aliento. Mucha gente ha
olvidado. Cada uno elaboró como pudo. Yo hice el ejercicio de registrar todo
porque, inconscientemente, sabía que eso iba a ser importante.
-¿Cómo llegás a trabajar con el
equipo?
-Cómo yo recordaba todo con mucha precisión, cada dos por tres el equipo de
Antropología Forense me volvía a llamar. Así empezamos a tener una cierta
amistad. Después ocurrió una casualidad: ellos empezaron a encontrar
documentación, huellas que pertenecían a desaparecidos. Sin embargo los peritos
las rechazaban porque no se podían ver bien. Alguien les dijo entonces que en
Mar del Plata había una persona que se dedicaba al procesamiento de imágenes...
¡Casualmente era yo! Me vinieron a ver y empezamos a trabajar juntos. Hoy mi
proyecto de investigación en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Mar
del Plata es la identificación de huellas dactilares para la identificación de
desaparecidos. Me he especializado en eso y ya se identificaron varios. Desde
un primer momento yo lo institucionalicé. Está aprobado por el Consejo
Académico. Por este trabajo obtuve un premio en el año 2000, en Estados Unidos.
Mirá qué paradoja dónde me premian. Era la primera vez que alguien de
Latinoamérica obtenía un premio así.. Esto es parte de mi trabajo y no lo quiero
dejar porque, ¿quién lo va a hacer? Otros cobrarían mucho por esto. Yo lo hago
desde otro lugar y es muy reparador.
-¿Cuál es tu lectura de la situación política actual?
-Estoy enloquecida de contenta. En el ´86 parecía que con el juicio a las
juntas las cosas empezaban a cerrar, pero después vinieron las leyes de
Obediencia Debida y el Punto Final. Entonces lloré. Después vino el indulto,
pizza y champagne y mirar para adelante. Decían que la historia había terminado
de la mano de la convertibilidad. En el ´98 pensé que no avanzaríamos más.
Todos los chicos que crecieron durante esos años se formaron con la idea de que
la lucha no sirve. Como docente, siempre les repetí a mis alumnos que la lucha
hay que darla. Si no se da este saneamiento moral, no se puede construir nada.
De todas formas, la teoría de los dos demonios hoy todavía circula. Estoy
segura de que a mí me llevan a todas las charlas porque soy "la pobre
chica del colegio secundario". Si hubiera tenido una historia de lucha
armada, no me llevarían. La sociedad todavía no está preparada para ver y
aceptar esto. Lo peor que nos puede pasar es hacer análisis equivocados. Todos
mis amigos de la JUP están desaparecidos. Hoy no tengo ninguna militancia en
ningún partido. Estoy cercana a la asociación de familiares y ex detenidos. En
el ´98 me di cuenta, por lo que sentía, de que ese era mi grupo de pertenencia.
-¿De qué cosas te arrepentís y cuáles te marcaron?
-Vi tanta arbitrariedad, por ejemplo con esta chica Patricia que no había
estado en nada, que si no me hubiera metido a militar tampoco era seguro que no
me pasara nada. Siento que fui coherente con lo que pensé, aunque mi militancia
fue muy chiquita. Ojo que ser militante en ese momento, pegar carteles en
contra de la dictadura, con ese gobierno militar era muchísimo. Yo no me
hubiera bancado la dictadura sin decir nada. Nadie previó una dictadura con
tanta represión. Hoy no me podría pensar sin esta experiencia de vida. El
silencio y las ausencias de las personas que yo hubiera necesitado que estén al
lado mío y de mis padres, me han dolido mucho. Mi objetivo es que mis hijos no
se formen con esos valores. Quiero que mis hijos sean solidarios, siempre que
puedan y que alguien lo necesite. Me parece que ese es el camino.
Sabina Crivelli
Revista La pulseada Agosto 2003
Actividades:
Deberán
ver el film “La Noche de Los Lápices”
FICHA TÉCNICA
TITILO: la noche de
los lápices
DIRECCIÓN: Héctor Olivera
PRODUCCIÓN: Fernando Ayala
GUIÓN: María Seoane, Héctor Ruiz Núñez (obra teatral), Daniel Kon, Héctor Olivera (adaptación)
MÚSICA: José Luis Castiñeira de Dios
FOTOGRAFÍA: Leonardo Rodríguez Solís
MONTAJE: Miguel López
VESTUARIO: María Julia Berlotto
REPARTO: Alejo Garcia Pintos, Vita Escardó, Pablo Navarro, Leonardo Sbaraglia, José María Monje, Pablo Machado, Adriana Salonia, Tina Serrano.
AÑO: 4 de septiembre de 1986
GÉNERO: Drama
DURACIÓN: 105 minutos
DIRECCIÓN: Héctor Olivera
PRODUCCIÓN: Fernando Ayala
GUIÓN: María Seoane, Héctor Ruiz Núñez (obra teatral), Daniel Kon, Héctor Olivera (adaptación)
MÚSICA: José Luis Castiñeira de Dios
FOTOGRAFÍA: Leonardo Rodríguez Solís
MONTAJE: Miguel López
VESTUARIO: María Julia Berlotto
REPARTO: Alejo Garcia Pintos, Vita Escardó, Pablo Navarro, Leonardo Sbaraglia, José María Monje, Pablo Machado, Adriana Salonia, Tina Serrano.
AÑO: 4 de septiembre de 1986
GÉNERO: Drama
DURACIÓN: 105 minutos
Link desde YouTube https://youtu.be/gOhkQ7JZV0k
Responder:
1.
¿En
qué lugar transcurre la historia?
2.
¿Qué
significaba el boleto estudiantil?
3.
¿Qué
papel jugaba la policía?
4.
¿A
qué grupos políticos pertenecían los estudiantes?
5.
¿Qué
actividades realizaban, aparte de estudiar?
6.
¿Bajo
qué gobierno sucedieron los hechos?
7.
¿Pablo
Díaz fue único sobreviviente?
8.
Leer
el Texto LA HISTORIA NO OFICIAL (Entrevista a
Emilce Moler) y realizar un trabajo comparativo entre lo
que EMILCE dice es su entrevista y lo que trata de narrar la película.
9.
¿Qué significado tenía la
militancia política para esos jóvenes? ¿Qué significado tiene para ustedes hoy
la militancia política?
BIBLIOGRAFÍA GENERAL:
·
Aguaded, Ignacio y Contín, Silvia (2002)
Jóvenes, aulas y medios de comunicación. Propuestas y prácticas mediáticas para
el aula, Buenos Aires, Ciccus – La Crujía. Capítulo l.
·
Aparici, Roberto y García Matilla, Agustín
(1997) Lectura de imágenes. Pág. 9 – 14.
Bianchi Bustos, Marcelo (2006)
·
De la Torre, Saturnino (l998) Cine para la
vida. Formación y cambio en el cine, Barcelona, Octaedro. Páginas 9 – 33.
·
Derechos humanos y ciudadanía (2006). Buenos
Aires, Tinta Fresca.
·
Formación ética y ciudadana (l999), Buenos
Aires, Estrada
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